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Mostrando entradas de mayo, 2016

Dialogo entre Annie y Charles Darwin

Mi querida Annie Permitid que me presente, me llamo Annie Elizabeth Darwin, la segunda hija de Emma y Charles Darwin. Empiezo mi primer diario hoy 20 de marzo de 1851. El 2 de este mismo mes celebramos mi décimo aniversario con una pequeña fiesta que organizó mi madre. Mi padre me regaló una bonita muñeca que duerme conmigo cada noche. Guardo cama ya que estoy enferma. Este diario se lo dedico a mi padre al que quiero mucho, él también tiene problemas de salud sobre todo cuando trabaja demasiado. Acaba de regresar de Londres donde ha estado unos días por trabajo Me levante de la cama como un rayo, pues a pesar de mi debilidad, me gustaba la primavera. Se presentaba un día de marzo resplandeciente con olor a flores y a tierra removida. Mi padre acostumbra a dar largos paseos y se pierde entre sus plantas, sus bichos y sus pensamientos. Siempre está cavilando, y ese día quise saber en qué y salí a su encuentro.   Me deje llevar por el placer de sentir los primeros rayos d

Ceguera existencial - Un microrrelato

  Ceguera existencial - Un microrrelato     Empezamos creyendo que la tierra era el centro del universo y con ella nosotros. Luego que este, el universo, daba vueltas a nuestro sol. Se demostró que el astro rey era tan solo una más de tantas estrellas. Después que el centro, era nuestra galaxia, pero hemos visto que hay billones de ellas. Creímos que éramos la razón de la creación, que estábamos hechos de otra pasta. Pero descubrimos que somos lo mismo y nos rigen las mismas leyes, que a las estrellas. Y ahora conocemos que la materia bariónica , de la que está hecho todo lo que conocemos hasta ahora, es tan solo el 5% de todo lo que existe en el universo. Que perdidos y ciegos vamos siempre, ¿verdad?   Curso de escritura científica creativa   @DivuLCC  

Superstición - Un microrrelato

Superstición  - Un Microrrelato Muchos miembros del clan enfermaron después de comer ese nuevo fruto. Todavía no podían saber qué fue lo que les enfermó en realidad y por correlación de acontecimientos decidieron que el causante tenía que ser ese sabroso y dulce jugo. Los supervivientes creyeron oportuno prohibir su consumo a sus congéneres y descendientes. Contaron historias, inventaron ritos, crearon arte dibujando la silueta de la planta una y otra vez en madera, en sus herramientas, en sus tejidos y en su memoria, para no olvidar lo sucedido    Siete mil años después se sabe que la Ligubia no es venenosa, y que probablemente lo que causó tantas muertes fue una bacteria que habita en el tracto intestinal de los osos pardos, llamada enterococus faecacis. Pero en la isla sigue estando prohibido su consumo, por lo sagrado de su condición. Nadie recuerda ya el motivo real. Toda una sin razón Curso de escritura científica creativa   @DivuLCC